Madrid no sólo es ciudad de roscones: de las bizcotelas de El Escorial a la costrada alcalaína

Este artículo fue originalmente publicado en Noticias para Municipios.

Si hay un dulce por excelencia en estas fechas es el roscón pero Madrid no le hace ascos a otros postres, que maridan a la perfección la gastronomía con el patrimonio, como las bizcoletas de San Lorenzo de El Escorial a la costrada de Alcalá de Henares.

El año pasado, y a la espera de conocer las cifras de 2025, la Asociación de Empresarios Artesanos de Pastelería y Panadería de Madrid (ASEMPAS) cifraba en más de 2,9 millones los roscones de Reyes que se venderían en las fiestas navideñas.

La adaptación a las nuevas tendencias de consumo sigue provocando en la pastelería artesana madrileña la venta de medidas más pequeñas para adecuarse a todo tipo de familias, de modo que las piezas de 500 gramos son las protagonistas. También se reduce la proporción de azúcar empleada y la elaboración de variedades para la población con intolerancias, como las opciones sin gluten y sin lactosa.

Y ya viene siendo tendencia la desestacionalización del roscón, que desde noviembre ya esté presente en los obradores madrileños. Según los diferentes estudios, una de las características más apreciadas del consumo de este dulce navideño son los rellenos: el 57% de la población lo prefiere relleno con nata o trufa.

Más allá de los roscones

Pero la Navidad no es sólo tiempo de roscones. De hecho, ASEMPAS ha presentado recientemente la iniciativa ‘Dulces de Ciudades Patrimonio Mundial’, un acto diseñado para unir patrimonio, turismo y gastronomía a través de los dulces más representativos de varias localidades reconocidas por la Unesco como San Lorenzo de El Escorial, Alcalá de Henares y Aranjuez.

«Cada una de ellas posee un legado arquitectónico, histórico y natural inconfundible. Y también una tradición pastelera que forma parte de su identidad», han destacado los pasteleros madrileños.

Una receta de bizcoletas (Foto: RTVE)

Así, San Lorenzo de El Escorial ofrece sus clásicas bizcotelas, unos pequeños bizcochos esponjosos con un toque ligeramente almendrado. Son un clásico de la repostería conventual y uno de los dulces más emblemáticos del Real Sitio. Tampoco puede faltar la tarta de queso, famosa por su textura cremosa y suave.

Y hablar de Alcalá de Henares es hablar de costrada, su dulce más famoso a base de capas de hojaldre rellenas de crema y merengue, culminadas con almendra picada. Otra de sus delicias son las rosquillas, imprescindibles en fiestas y celebraciones alcalaínas.

Costrada de Alcalá (Foto: RR/SS)

De Aranjuez destacan sus fresas y fresones, cuya fama excede los límites del municipio y convertido en todo un reclamo turístico al ser empleadas en dulces o bañadas en chocolate. Mientras, en Pinto triunfan los ‘Ombligos’, el postre tradicional a base chocolate y zanahoria.

Casa Mira, endulzando la Navidad desde 1842

Desde un humilde puesto de turrones en la Plaza Mayor en 1842 hasta convertirse en una de las confiterías más emblemáticas de Madrid, la historia de Casa Mira, en pleno Madrid de los Austrias, es la de un emprendimiento familiar marcado por la tradición, el éxito y la excelencia artesanal que endulza cada año la Navidad de los madrileños.

Su historia se remonta a Luis Mira, un confitero originario de Xixona (Alicante) que llegó a la capital con un carro tirado por dos burras para montar su primer negocio de venta de turrones en la emblemática Plaza Mayor.

Según cuenta su familia, el viaje se alargó más de la cuenta, ya que tuvo que volver en hasta cuatro veces al vender todo el género que transportaba antes de llegar a Madrid. A pesar de este contratiempo, el éxito de sus dulces fue inmediato y le permitió convertirse en proveedor de la Casa Real durante los reinados de Isabel II, Amadeo de Saboya, Alfonso XII, la Regencia de María Cristina y Alfonso XIII.

Gracias a este reconocimiento, Luis Mira fundó en 1855 la confitería Casa Mira, en el número 30 de la Carrera de San Jerónimo, donde continúa abierta al público más de siglo y medio después.

El establecimiento conserva intacta su estética original: una sala de planta cuadrangular con paredes revestidas de caoba y espejos, techos decorados con escayola de motivos florales y el corte del turrón delante del cliente como principal seña de identidad del negocio.

Aunque la confitería ya no es proveedora oficial de Casa Real, la tradición se mantiene con la sexta generación de la familia Mira y su único sucesor, Carlos Ibáñez Méndez.
Madrid no sólo es ciudad de roscones: de las bizcotelas de El Escorial a la costrada alcalaína Derechos de autor © Noticias para Municipios – Hacemos de lo local algo importante. Todos los derechos reservados.»

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